LA MUJER EN BIZANCIO MEDIEVAL
Solo durante estas dos últimas décadas, las mujeres bizantinas con excepción de las emperatrices, han comenzado a ser objeto de una investigación seria, aunque el cuadro no esté completo. Casi todos los bizantinos que han dejado algún documento sobre su civilización (Historiadores, juristas, hagiógrafos) eran hombres y sus escritos tienden a centrarse en las actividades de sus colegas. Las fuentes históricas, que ponen énfasis en las intrigas palaciegas y cortesanas, la diplomacia, las controversias religiosas y los conflictos militares -dominios fundamentalmente masculinos-, mencionan rara vez a las mujeres, a no ser que se trate de miembros de la familia imperial. En las Vidas de santos, las mujeres tienen un papel marginal, como madres o hermanas de los ascetas, o quizá como peregrinas que se dirigen a un santuario o beneficiarias de un milagro. Las biografías de las mujeres bizantinas que alcanzaron la santidad (un número más bien pequeño) son, por su escasez, valiosas fuentes de información. (…)
El examen de los textos sugiere que la sociedad patriarcal bizantina tiene hacia la mujer una actitud ambivalente, (…) El papel más importante de la mujer era ser portadora de hijos y es en su papel de madres como con más frecuencia se las elogia. Por otro lado, la mujer era considerada constantemente sospechosa de provocar la tentación sexual, juzgada periódicamente impura durante las menstruaciones y en los cuarenta días que siguen al parto, tachada de débil y poco fiable.(...). También la literatura las retrataba de un modo negativo (pensar en la descripción de los pecados en femenino).La emperatriz viuda Teodora Paleologuina, fundadora del convento de Lips, afirmaba que las mujeres son débiles por naturaleza y necesitan mucha protección.
La legislación bizantina protegía algunos derechos de la mujer, por ejemplo, el de heredar y legar propiedades. Una gran parte de la legislación, no obstante, como las leyes sobre el divorcio y el adulterio, discriminaban a la mujer y las colocaban en una posición de desventaja. Podían comparecer ante tribunales, pero en general sus testimonio era considerado menos fiable que el de los hombres, en un documento sinodal de 1400 afirmaba que la declaración de una tal Ana Peleologuina no era fiable porque era mujer. Los
Instituta de Justiniano preveían que las mujeres no pudiesen ser testigos de un testamento y esto fue recogido por la legislación posterior.
La vida de la mujer media bizantina puede dividirse en tres etapas, niñez, casada y maternidad y viuda y vejez
La niñez en Bizancio era breve y peligrosa y más para las niñas porque los niños eran tratados de forma preferente. Los padres rezaban por tener varones y se alegraban doblemente. Hay pruebas del recurso al infanticidio femenino por asfixia o abandono, para tener bajo control el tamaño de las familias, aunque estaba prohibido por la ley civil y canónica. Parece que las niñas morían antes al ser mas vulnerables por ser destetadas antes. Las niñas tenían pocas oportunidades de recibir una educación. Probablemente no asistían regularmente a la escuela, pero desde los seis o siete años sus padres o tutores les daban clase en casa. Con pocas excepciones, la educación de las niñas se limitaba al aprendizaje de la lectura y la escritura, la memorización de los Salmos, y el estudio de las Escrituras.
La información sobre las actividades de las jóvenes antes del matrimonio es escasa pero da la impresión de que las doncellas solteras pasaban la mayor parte del tiempo recluida en sus hogares, protegidas de la mirada de hombres extraños y de cualquier amenaza a su virginidad. Cuando los enviados imperiales llegaron a la morada de Filareto el Misericordioso en busca de una esposa adecuada para Constantino VI, a Filareto no le gustó la petición de ver a sus nietas "por muy pobres que seamos, nuestras hijas nunca han dejado sus habitaciones". Si las jóvenes salían, aún con propósitos loables como ir a la iglesia, estaban obligadas a ir acompañadas de sus padres, familiares o sirvientas. La Vida de san Nicón menciona una joven a quien su madre envió a buscar agua al pozo, pero evidentemente pertenecía a la clase baja. Así pues, pasaban la mayor parte de su juventud aprendiendo las tareas domésticas como preparación para su vida de casadas, de amas de casa. Desde pequeñas aprenden a hilar, tejer, bordar.
En Bizancio, para muchas niñas la infancia terminaba bruscamente cuando comenzaba la pubertad que normalmente se encadenaba con el matrimonio. Lo normal era casarse a edad temprana y procrear enseguida, la otra alternativa era ingresar en un convento. En un principio, la legislación bizantina permitía que una niña se prometiera a los siete años, límite que más tarde se retrasó a los 12. La edad mínima para el matrimonio eran los 12 para ellas y 14 para ellos, aunque lo normal era acercarse a los 15 y 20 respectivamente. Uno de los motivos por los que se prefería matrimonios entre adolescentes era la importancia que se le daba a la virginidad de la novia. Otra razón el deseo de aprovechar los años de fertilidad, a causa de la alta tasa de mortalidad infantil, una mujer tenía que engendrar muchos hijos para asegurar la supervivencia de unos pocos. Además, dado que muchas morían jóvenes, esperanza vida 35 años, era menester que se casaran y empezaran a procrear cuando fuera físicamente posible. Los matrimonios eran negociados por los padres, para quienes primaban las
consideraciones económicas y conexiones familiares. El objetivo principal de la boda era la procreación; continuadores de la línea familiar, los hijos transmitían los bienes familiares de generación en generación, eran el apoyo de sus padres en la vejez y les aseguraban su funeral y conmemoración póstuma. Por ello, la esterilidad era motivo de gran pesar para una mujer y su marido. El número de hijos era elevado, pero por la alta tasa de mortalidad infantil sobrevivían pocos, 2 de 5 más o menos.
Guiglielmo CAVALLO y OTROS: El Hombre bizantino; Alianza Ed. Madrid, 1994.
Alice-Mary TALBOT: La Mujer; 153-163